“No hay libertad sindical sin democracia sindical y viceversa”.
Entrevista a Luis Roa
FEDUBA dialogó con Luis Roa, Profesor de la Carrera de Relaciones del Trabajo e investigador de la UBA. Roa es además abogado y miembro de la Comisión Directiva de FEDUBA.
¿Posee el sindicalismo argentino características específicas que lo distinguen, y que contribuirían a la constitución de una identidad histórica particular?
Todo modelo sindical es un producto histórico. Consecuentemente, tiene rasgos de carácter universal y rasgos de carácter particular que lo definen como modelo de libertad sindical. En este sentido, no hay un modelo único para toda sociedad y para todo tiempo. Sin embargo, hay rasgos específicos que lo definen y que están en discusión.
En el caso del sindicalismo argentino podríamos pautar características específicas que lo distinguen. Fundamentalmente a partir de la década del ’30 se ha ido caracterizando por un fuerte agrupamiento de los trabajadores a través de grandes organizaciones sindicales por actividad, lo que implica un modelo de organización concentrado. No por establecimiento, no por empresa, no en función de los oficios; sino fundamentalmente por el tipo de actividad que desarrollan. Esto implica que las organizaciones que se conforman representen a una mayor cantidad de trabajadores, lo que a la vez implica una interesante calidad de modelo de organización porque comprende distintas profesiones, oficios y categorías. Por ende, actúa en contra de la fragmentación del colectivo de trabajadores al atravesar muchas categorías y oficios, y al desplegarse horizontalmente en muchas empresas.
Ahora, el rasgo que tiene en Argentina este modelo de sindicato concentrado por actividad o rama de actividad está dado históricamente por una fuerte presencia sindical en la empresa. Un modelo muy concentrado, rígido hacia el exterior pero, a la vez, plural al interior. Con una fuerte representación en la base. Este es el rasgo distintivo desde la década del ’30 hasta la dictadura de 1976.
En una entrevista que le realizaron, y que fue publicada recientemente, usted comenta que “la libertad sindical no deben comprenderse como un fin en sí misma, sino como la afirmación sustantiva de un poder popular” ¿Podría explicarnos un poco más a que se refiere con esto?
Hay una discusión en torno al concepto de “libertad sindical” y de alguna manera se ha reinstalado un concepto de “libertad sindical” limitado a la mera capacidad de los trabajadores de crear organizaciones. Es decir, que se ha alivianado y se ha despojado de complejidad al concepto de “libertad sindical” entendiéndolo como una libertad en sí misma, una libertad desnuda. Yo no creo que la “libertad sindical” sea una libertad para agruparse por agruparse; sino que es una libertad con una determinada finalidad: que los trabajadores constituyan organizaciones fuertes y que cumplan con ellas sus fines, desde la emancipación de clase o la lucha por sus condiciones salariales y laborales. La discusión sobre un modelo sindical refiere a cómo cumplir ese propósito.
¿Cuáles son los ejes que atraviesan al modelo sindical vigente en Argentina?
En primer lugar, un tipo de organización basada en la clase de tareas que desarrolle el trabajador. Esto históricamente ha sido así, el sindicato agrupa trabadores, activos o desempleados, fundamentalmente por actividad o por rama de actividad.
Por otro lado, la ruptura que hubo en el ’76 tiene que ver con la brutal represión que sufrieron las comisiones internas lo que afectó el pluralismo al interior de las organizaciones sindicales, y erosionó aún más una demanda histórica del colectivo de trabajadores: la democracia interna. Y en esto hay que ser precisos: no hay libertad sindical sin democracia sindical y viceversa.
Uno de los rasgos históricos del modelo sindical argentino ha sido la unidad de representación del interés colectivo. Discrepo con quienes hablan de unicato sindical o del sindicato único, en realidad no existe tal modelo, sino el de unidad de representación del interés colectivo que no es lo mismo. Esto es en base a la mayor representatividad que tiene una organización medida por un dato objetivo que es la cantidad de afiliados; allí se define quién tiene los derechos distintivos que derivan de la personería gremial. Concretamente, el único derecho realmente distintivo, y que particulariza al actual modelo, es el de la negociación colectiva.
Ahora, me gustaría agregar que hay una ruptura en el ’76 que se agudiza con el modelo liberal en los ’90 que dio lugar a una realidad político social distinta y un modelo productivo distinto; la destrucción del aparato productivo y la desocupación. Este fue un lugar común donde la identidad política que había tenido mayoritariamente durante décadas la clase obrera, ya no representaba lo mismo que históricamente representó. Estoy hablando del peronismo. Hubo además, fuertes cimbronazos al interior de la estructura productiva, y por ende laboral, la tercerización, la subcontratación, la precarización, los contratos basura, etc. que fueron modificando la realidad sindical. Esto llevó a que muchos compañeros pensaran que un modelo estaba agotado y, de hecho, surgieron en los ’90 nuevas formas de organización sindical cuestionando la forma de organización tradicional.
Visto lo que ha sucedido en los último cinco años donde ha habido un brutal aumento de la tasa de sindicación, donde los sindicatos por rama de actividad vuelven a tener fuerza tanto en la negociación como en su capacidad de conflicto, empiezan a reverdecer comisiones internas que habían desaparecido con la dictadura….. en fin, hay distintos elementos que nos llevan a pensar si el modelo sindical histórico está agotado o no. Porque las condiciones históricas que le dieron vida, de algún modo, en el modelo sociopolítico del 2003 a la fecha han reeditado esas condiciones. En todo caso, creo que esa impugnación categórica que hacemos con respecto del agotamiento del modelo sindical argentino, no debe ser concluyente y merece ser revisada.
Fuente: feduba prensa el 15 Abril 2011